viernes, 21 de agosto de 2009

[Ayer de Juan Emar: esbozo de una lectura errada.] Por Víctor Quezada


Juan Emar, nació en Chile el 13 de noviembre de 1893. Publicó en vida, tres novelas: Ayer, Miltín 1934 y Un año (todas de 1935), además de un conjunto de cuentos titulado Diez (1937). Obras que no fueron en su tiempo acogidas por la crítica. En el año 1996, se publica su obra cumbre e interminable: Umbral (que consta de más de 5.000 páginas: novela no terminada). Murió el 8 de abril de 1964.

Podemos esbozar, pero quizás no sostener, una lectura ideológica de Ayer del escritor chileno Juan Emar, si lo leemos alegóricamente –como una representación figurada de una cosa en otra. Hablamos aquí de la alegoría no en los términos del proceso constructivo de las producciones (post)modernas o (post)vanguardistas -de las cuales sería una característica motora-, sino en relación con la noción moral de la alegoría, aquella que saca a relucir un marco de conceptos que explicarían una situación temporal en términos didácticos (o didascálicos).
Las referencias en Ayer a Chile como espacio donde nace la historia, o la pregunta hecha por el narrador protagonista (Juan) a su padre (“-Papá –le pregunté-, ¿crees tú que si durante la gran guerra, en medio de la batalla, hubiese bajado hasta nuestra Tierra un habitante de Júpiter, habrían seguido peleando los ejércitos?”) manifiestan esta apertura de sentido ideológico-referencial, dentro del contexto de entre guerras.

Así, y en alguna medida trazada por el error, pienso, esta ficción, prefigura el dichtum adorniano de la muerte del arte después de Auschwitz, aunque es sólo una idea no desarrollada. O, ahora me inclino a pensar, más bien muestra cómo un contexto social de transición influiría en las realizaciones artísticas, lo que, para seguir practicando la opinión, las explicaría cabalmente, llenando de un aura negativa a la vez que esperanzadora a la novela, a través del avistamiento de un sentido de la humanidad trans-cultural o (pre/trans)histórico.

martes, 4 de agosto de 2009

Juan Emar, un autor tardiamente valorado


Juan Emar, un autor tardiamente valorado


¿Porque un autor literario llama la atención mas que otro?

Puede ser que algo de su creatividad nos haya impresionado, causado identificación, encontrar liberación, etc. O tal vez obedece a la admiración que nos suscita a la valentía que tuvo de hacer lo propio sin importarle recibir nada a cambio, llámese crítica, fama, ni menos dinero. Es aquí cuando surge imperativamente el nombre de un escritor nacido en 1893 y fallecido en 1964.

Aunque el común de las personas considera escritor exitoso a aquel que vende millones de libros y sus obras son reeditadas múltiples veces, también han existido y existen otros que no publicaron o lo hicieron muy poco y sin embargo, ahora transcurridas seis décadas aproximadamente, nos encontramos que es nombrado en los estudios realizados sobre las vanguardias hispanoamericanas. Su valioso e importante aporte a la literatura fue ignorado completamente, silenciado, acusado de excéntrico en la época que le tocó vivir. Recién en 1996, con la publicación de su obra de 5000 páginas “Umbral”, que consta de cinco partes o pilares, los interesados han podido conocer al autor que “introdujo las bases a una renovación estética de amplias dimensiones en un medio anquilosado por fórmulas burguesas o criollistas” (1).

Ahora, cuando se lee un autor contemporáneo que escribe sobre el proceso mismo de la escritura, novela-ensayo, donde va narrando el relato de cómo se construye el relato, y es premiado, fuera de este país por cierto, hay que decir que JUAN EMAR ya lo hizo allá por los años treinta, en la obra que acabamos de mencionar. UMBRAL, donde trata de asir la totalidad inabarcable, utilizando autobiografía, parodia de textos dramáticos intercalados, ensayo, alucinación esotérica, ciencia ficción, literatura sobre literatura, etc.

Han surgido muchos estudiosos de JUAN EMAR, y algunos de ellos han apuntado a desentrañar la parte esotérica (numerología). Álvaro Yañez bianchi, su nombre verdadero, pese a la incomprensión hermenéutica siguió escribiendo y en el año 1940, a los 46 años empezó su obra mayor hasta el año 1964, año en que falleció.

En el año 1967, Jorge Teillier escribe un artículo en La Nación, sobre el mejor libro de Emar, según su opinión, escrito en 1934, “AYER”. Señala además que el silencio de la crítica, la indiferencia que recibió su obra se debió más que nada, según sus propias palabras: “es un escritor excéntrico, que se mueve en una órbita que no es la usual de nuestra literatura (como tampoco latinoamericana). Escritor lúdico, de gratuidad desmesurada y rabelesiana, que se divierte en escribir y “epatar” y no consulta nada, sino el libre fluir de su imaginación, no es raro que no hallara eco, por una parte, en la adustez castellano-vasca (tomemos este término de Encina trasladándolo a la literatura) y por otra parte, surge cuando predomina la prosa naturalista, el criollismo, la literatura de reivindicación social de la década del 30, en donde no había en bando alguno humor para preocuparse de un autor tan insólito como Juan Emar, cuyo único antecedente en las letras chilenas vendría a ser el Vicente Huidobro de las Novelas Ejemplares”, y continúa:

“Aquí se puede entrar en otro tema; implícito, sin embargo: la valorización y difusión de los autores chilenos está casi en absoluto en manos de críticos y profesores que con sus cánones configuran una literatura oficial, que es, como dijera José Bergamín, una literatura de cubierto y no a la carta como son las desarrolladas. Quien está fuera de cubierto es tardíamente reconocido. Así sucedía con Pablo de Rokha que debió luchar por difundir su obra personalmente, así sucede con Braulio Arenas, cuyo libro “Visiones del País de la Maravillas”, uno de los más hermosos de nuestra poesía y prosa, y digno de cualquier latitud, no ha recibido ni siquiera un comentario. De la biografía de Juan Emar poco sabemos. No aparece ni en Panoramas ni en Diccionarios. Nos han contado que los últimos años de su vida los pasó en un fundo de las cercanías de Vilcún, la cordillerana villa de Cautín, entregado a escribir interminablemente una interminable obra que su familia espera publicar”

texto inédito de Juan Emar

cavilaciones

1. David Wallace